Cena tranquila

Cena tranquila

Llegué a casa a eso de las 8 de la noche cansado tras una jornada de trabajo algo decepcionante. No me apetecía demasiado encontrarme a dos amiga de Marta en casa tomando una cerveza y charlando animadamente con ella en el comedor así que cuando entré y oí las voces me limité a saludar educadamente y huir a la habitación a estirarme en la cama. Había visualizado una noche tranquila. Cena ligera, un rato frente al televisor, e ir a la cama temprano para echar un polvo antes de dormir.

Las voces y las risas que llegaban del comedor no hacían presagiar que mi noche de tranquilidad se hiciera realidad así que asomé la cabeza y pregunté si alguien quería algo de cenar. Tras agradecer el ofrecimiento, las tres amigas dijeron que ya habían picado algo antes de llegar a casa. Me encerré en la cocina dispuesto a preparar una cena para uno.

Sin tiempo para nada más que poner un sartén en el fuego y empezar a batir un huevo, Marta se coló en la cocina para colgarse de mi cuello y besarme. En dos segundos me puso contra la pared y me comió la boca intensamente para, seguidamente, morderme el labio inferior. Después se apartó un metro, se apoyó en la encimera de la cocina y me miró a los ojos con cara pícara. Estirando los brazos me desabrochó el cinturón y el botón del pantalón y me bajó la cremallera. Los vaqueros cayeron hasta los tobillos por el peso de lo que todavía llevaba en los bolsillos. Marta se arrodilló frente a mí y empezó una húmeda mamada.

Tras un primer momento de desconcierto me decidí a apagar el fogón y preguntar: “¿Qué haces? ¡Tienes a tus amigas en el comedor!”. Marta respondió con una hermosa sonrisa y tras besarme la punta de la polla me quitó pantalones y calzoncillos, la camiseta, y me dejó desnudo en la cocina. Pensando que era una más de las travesuras de Marta, la abracé y le agarré fuerte las nalgas. Entonces ella me susurró al oído: “Vamos al comedor. Te estan esperando”. Noté como me ruborizaba al momento y se me hacía un nudo en el pecho. Me agarró de la mano y me llevó con Lidia y Marina.

A Lidia la conocía de un par de cenas con amigos. Marina trabajaba con Marta; habíamos ido varias veces a la playa el verano anterior además de coincidir en algunas salidas nocturnas. Encontrarme desnudo frente a tres mujeres vestidas que me miraban cerveza en mano me resultó incómodo pero excitante. Lidia estaba sentada en el sofà y Marina en una de las dos sillas de la mesa del comedor. Se levantaron para saludarme con naturalidad. Lidia se acercó, me dijo hola y me dió dos besos pegando sus labios a mis mejillas. Después se dejó caer en el sofà. Marina me puso las manos en el pecho y me besó en los labios suavemente.

Los ojos de Lidia y de Marta estaban puestos en mi erección, y Marina, de pie frente a mí se quitó los estrechos pantalones apoyándose en mi hombro. Hizo lo mismo con el tanga y se sentó en la silla de nuevo. Fue Marta la que se acercó a darme instrucciones. Me dirigió delante de la silla de Marina, me agarró del pelo y me pusó la cabeza frente a su sexo: “Les he contado que lo haces muy bien y quieren comprobarlo. Es mi regalo de cumpleaños para Marina… Vamos, llevamos un rató hablando de ello y está preparada”.

En efecto… Marina estaba muy mojada y preparada. Empecé a recorrer sus labios con mi lengua arrodillado, desnudo frente a ella mientras sentía las miradas de Marta y Lidia en mi nuca. Marina me agarró la cabeza y, sutilmente me dirigió a su clitoris para que me concentrará en él hasta el orgasmo.

Cuando Marina cerró sus piernas y me apartó de su coño con un empujón, Marta se arrodilló en el suelo a mi lado y me dijo susurrante: “Ahora ella”. Señaló a Lidia que se levantó la corta falda que llevaba para mostrar su coño. Me acerqué al sofà y me puse manos a la obra. “Mete los dedos mientras chupas”, dijó ella. Procedí a meter dos dedos mientras mi lengua trabajaba su clitoris saboreando y saboreaba su flujo. Unos minutos lamiendo con energía y metiendo y sacando los dedos bastaron para que se corriera en mi boca.

Mientras estaba atareado con Lidia, Marta se había quedado desnuda sentada en la otra silla del comedor. Con Lidia ya cerrando las piernas tras el orgasmo, Marta me sentó en un lado del sofá, me animó el miembro con las caricias certeras de quién conoce a la perfección las reacciones de mi cuerpo y después de lograr una dura erección se sentó sobre mi a horcajadas para hacerme el amor bajo la mirada de sus dos amigas.

Hemos dejado las series por el sexo

Hemos dejado las series por el sexo

En realidad no tenemos nada en contra de la televisión y mucho menos de las buenísimas series de las que hemos difrutado durante los últimos años. Nos hemos sumergido en los misterios de Lost para acabar decepcionandonos con la última temporada. Hemos seguido el día a día de las presas de Orange is the new Black… Y, por supuesto, estamos esperando el próximo capítulo de Game of Thrones.  Pero desde hace un tiempo hemos decidido dedicar buena parte del tiempo destinado a las series al sexo.

Somos Marta y Ángel. Nos conocimos hace un par de años. Ambos hemos disfrutado de una vida sexual activa con otras parejas, con amigos y amigas o con personas que han pasado fugazmente por nuestras vidas. Sin embargo, desde que nos encontramos, nuestra forma de gozar del sexo ha cambiado radicalmente. Desde una libertad y una complicidad que no habíamos encontrado hasta ahora, estamos experimentando, descubriendo y rompiendo barreras.

En este blog contamos experiencias vividas, fantasías compartidas, y reflexiones y preocupaciones relacionadas con la sexualidad.